Sabes que en esta Superfamilia se te quiere, desde el primer al último elemento... Los mayores hemos compartido contigo pupitre, delegación, estrellas, la acampada sexual de este fin de semana (lo que puedas hacer hoy no lo dejes pa mañana), un bote entero de leche condensada (o el asco correspondiente de ver como os lo zampábais), tardes gloriosas en aquel asturiano cerca de la casa de SM y noches enteras en aquel piso de Chueca en las que nos terminábamos durmiendo todos en la misma cama por agotamiento, (Yvi que anda desaparecido en combate, inklusiv). Los pequeños te quieren porque les hablas mirandoles a los ojos y les dejas la cámara de fotos, cosa que consiguen de pocos adultos de los que conocen. Vamos, en definitiva, que la nuestra es una de esas amistades que va resistiendo el tiempo y la distancia a base de momentos concentrados en que todos hacemos desaparecer el peso de los años y los kilómetros que nos separan (esa es una virtud, por otra parte, que no te puedo atribuir únicamente a tí, sino a todos los amigos que SM y yo conservamos al decidir cruzar el mini-charco y supongo que éste es el momento de haceros un homenaje por ello).
Pero a pesar de eso, no te vamos a ir a ver otra vez a Trieste. Y no lo hacemos porque no confío en que mis dos preciosas criaturas sean capaces de mantener un ritmo mejor que el que tuvieron en las últimas vacaciones: cometimos el error de pensar que no siempre podíamos elegir los destinos de esos días de asueto pensando en los niños y decidimos ir a Weimar, un sitio clásico, chic, lleno de cultura... y ésto fue lo que pasó:
* Domingo, 8:45. Calzones "Wall-E Klein"
SB, que acaba de estrenar calzoncillos, se empeña en llevarlos sacados por debajo del pantalón, a la manera en que llevan los Calvin Klein en los anuncios de ropa interior... le intentamos convencer de que no lo haga... Él quiere que se vea el Wall-E y nosotros somos inflexibles como un schoolmaster de los USA. Rabieta al canto.

* Domingo, 9:45. Mami, no puedo salir
SB en un descuido se mete al baño de caballeros. SM, que estaba organizando algo con la muchacha de recepción, entra a buscarle. A los cinco minutos sale y me pide que no me preocupe (lo cuál logra casi ponerme en órbita). El niño se ha encerrado en el lavabo y no puede abrir el pestillo... Me pongo nerviosa.
* Domingo 11:30. Goethe me pilla en bragas
Nos vamos a ver la casa de campo de Goethe, en pleno parque. SB tiene pis. Pedimos la llave del baño, que está "a sepu" (*) en una caseta de jardín, subiendo por unas escaleras. El baño es un cuchitril estrecho y no cabemos todos dentro. Entro con el niño y pensamos aprovechar la jugada para usar todos el retrete (que normalmente tienes que pagar dinero o entrar a tomar algo en un bar si no). Cuando estoy bajandome los pantalones, al peque se le engancha la cremallera. La única manera de ayudarle es semiagachada, apoyando el tras en la puerta... Craso error. Es el momento en que SG decide que tiene una urgencia muy gorda, muy gorda y abre de par en par la puerta. Termino tirada en medio del jardín de un genio, enseñando las bragas... Mientras tanto, los del Patrimonio Artístico subieron a buscarnos por si nos había pasado algo en el baño, menos mal que llegaron tarde para ver todo el espectáculo.
* Domingo 11:40. El Borri King
Algo que no falta en ninguna ciudad de la ex-Alemania del Este, es una hamburguesería de tamaño gigante. Cuando pasamos por la puerta con los Supernenes siempre es fuente de conflictos. En Weimar no iba a ser menos. Pero bueno, se consuelan un poco pensando que tenemos un vale para comernos una Thuringer auténtica en la plaza del pueblo.

* Domingo 11:42. Mamá, yo me quiero ir al hotel
¿Cómo? Pero si no llevamos ni dos horas viendo cosas y una parte grande de ellas la hemos dedicado a que corriérais sueltos por el parque. La promesa de la salchicha parece surtir efecto y se olvida el tema de volver a la habitación (aunque se nos indica que es mucho más cool que el plan que tenemos de hacer una caminata guiada esta tarde).
* Domingo 11:43. Mamá quiero comer YA la salchicha
Los cinco minutos de camino a la plaza se nos hacen eternos.
* Domingo 11:48. ¿Dónde "$@% se ha metido nuestro puesto de salchichas?
Según el cupón, hay tres puestos en la plaza y el nuestro es el de Herr X. Pero en estos momentos hay un único puesto, el de Frau Y... Pregunto y me dicen que los domingos alternan y que si queremos nuestra salchicha, hay que volver mañana
* Domingo 11:50. No hay salchicha, ¿qué hacemos?
Directos a comer en el Burguer... No, no diré nada al respecto. O citando a Leonard, ¿es que nunca habéis visto a un hipócrita?
* Domingo 14:00. Ahora quiero dormir
SB, el niño que nunca duerme la siesta en casa, decide que el comienzo del paseo guiado alrededor de Weimar es bueno para retomar la costumbre del descanso diurno. Y por supuesto, si SB va en brazos, SG también... ¿Alguien conoce un buen fisioterapeuta, barato y que nos pille cerca, que nos pueda colocar la espalda a SM y a mí?
* Domingo 16:46. Menos mal que los días así terminan bien
Y es que descubrimos que en Alemania, el tamaño de las copas de helado, sí que importa.
Y sólo te he contado un día, morena. Me parece que invadir la paz de una casa de estudiantes con semejante peli de Almodovar colgada del cuello, va más allá de lo que puede pedirsele a una amistad aunque tenga tan rancio abolengo como la nuestra. Confío en que con los años, los dos enanos entren en razón, aprendan a tener sentido común y se les pueda sacar a todas partes. Nosotros seguiremos intentándolo de cuando en cuando, pero siempre evitando a los amigos para que no haya daños colaterales por el camino. Mientras tanto, hemos cogido una semanita en un hotel familiar, de éstos en que los niños pueden pasarse el día pegando berridos en una sala especialmente preparada para ellos. Creo que todos lo agradeceremos.
Cuídate, reina.
(*) Diminutivo de "Ase puñetas" ;)
Fotos sacadas de la página de Henry Cruz y del Bratwurst Museum... la de la copa de helado es mía, particular.