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Sigo instalada en los "taitantos" y los abuelos siguen a hacer puñetas de aqui... Pero al menos el marido parece haber sentado el trasero, duermo algo por las noches y mi carrera laboral empieza a parecerse a algo. Lo que sigue siendo interesante es mi red de apoyo variopinta, internacional y virtual y las aventuras de la Superfamilia espero... Pasa y acomodate.

martes, enero 27, 2009

Un lapsus ;)

Ssssssshhhh... se supone que no debería de estar aquí, que he entrado de tapadillo... pero acabo de encontrar esto en mi correo electrónico y verdaderamente, ha dado tan en el blanco de la diana conmigo (y además, para que engañarnos, no tengo que redactarlo yo). Cuando vuelva os cuento como se ve la vida siendo una "mala madre" de las del otro lado...

Gracias a Zaragozana (muchas), he logrado emparejar el texto con su legítima autora: Lucía Extebarría.


"Yo no soy una buena madre. Y probablemente usted, que me lee, tampoco.

Si usted ha decidido quedarse en casa y consagrase al cuidado de sus hijos es usted una madre hiperprotectora, amén de un parásito, un ser que vive a expensas de otro y a espaldas de las verdaderas preocupaciones y dificultades de la vida.

Si usted trabaja fuera de casa entonces desatiende usted a sus hijos, y nadie valorará el hecho de que tenga usted que hacer verdaderos malabarismos para conciliar la vida familiar y la laboral.

Lo peor de todo es que unas madres y otras van acusándose mutuamente: la que se queda en casa arremete contra la que trabaja, y viceversa, como si no fuera suficiente con recibir los ataques de los pediatras, los psicólogos los especialistas en sueño, los periodistas, las madres, las suegras y las cuñadas.

Nosotras, las madres de hoy, aseguran ciertos psicoanalistas, somos la fuente de todos los problemas de nuestros hijos, porque tenemos demasiada fuerza y le hemos robado la autoridad a los padres.

Si su hijo es hiperactivo, si tiene rabietas, si insulta a otros niños en el colegio, la culpa será siempre de usted, porque o bien le consiente demasiado o bien no le atiende lo suficiente.

¿Y dónde están esos padres a los que les hemos robado la autoridad? ¿Cuánto han luchado para defenderla?.

Nadie culpará al padre, nadie cuestionará nunca que el padre trabaje fuera de casa o viaje. Pero ¡ay de usted si lo hace! No solo tendrá que enfrentarse al goteo constante de comentarios más o menos directos o indirectos por parte de su madre, de su suegra, de las madres de los compañeros de cole de su retoño, sino, sobre todo, tendrá usted que lidiar con su propio sentimiento de culpa, que no la dejará vivir.

Yo no soy una buena madre.

Trabajo fuera de casa y además viajo. Dejo a mi hija con canguros. Tengo novios y vida social. No le he proporcionado a mi hija ese entorno familiar estable que entronizan los manuales de pediatría y las revistas de papel couché.

No soy una buena madre pero pago las facturas de mi hija (el colegio, la comida, los canguros, la ropa, los juguetes, el pediatra y, muy a mi pesar, las Barbies), apenas duermo para poder llevarla al colegio todos los días, dedico la mayor parte de mi tiempo libre a su cuidado y todo mi espacio mental a pensar en ella.

No soy una buena madre, como no lo somos ninguna. Es lo más parecido a lo que vivíamos en la primera adolescencia. La que intimaba con los chicos era una p**a, la que se resistía era una estrecha: no había término medio.

El caso es que nunca llueve a gusto de todos y una mujer nunca hace las cosas bien.

A la madre nunca se le valora lo que hace y para colmo no tiene derecho a quejarse, so pena que se le diga que... es una mala madre.

Nuestra sociedad es perfeccionista y quiere individuos perfectos.

Superhombres que se afeiten con acabado impecable, que conduzcan coches que apenas hagan ruido, que vayan al gimnasio tres veces por semana.

Supermadres de brillante sonrisa y silueta juncal, triunfadoras en todos los ámbitos, adoradas por sus maridos y respetadas por sus jefes, y criadoras de niños sanos y emocionalmente estables.

Nuestra sociedad ha convertido el goce en un modelo, y el goce inmediato en el valor supremo.
Y un niño no es goce ni inmediatez. Un hijo implica renuncia y perspectiva. Y sobre todo, implica aceptar que la perfección no existe.

Usted, que me lee ¿está con los nervios de punta porque no le da tiempo a hacer todo lo que debería?, ¿tiene diez kilos de más?, ¿no tiene tiempo para ir al gimnasio y, si lo tuviera, lo emplearía en dormir?,
¿desearía que a veces fuera él el que se ocupara de la compra, de la colada, de los biberones y de la visita al pediatra?, ¿a veces se enfada, a veces está harta, a veces llora y a veces, mucha veces, no está en condiciones de dar lo mejor de sí misma?

Estupendo. Bienvenida al Club de las Malas Madres. Recuerde: no somos las mejores pero somos la mayoría."

lunes, enero 12, 2009

Un mes pasa pronto...

Pues con todo el dolor de mi corazón, el deber me reclama. Tengo que ponerme las pilas y estudiar para un exámen, que dado que el tema de la falta de empleo se está extendiendo más de lo que yo pensaba, es la única responsabilidad fuera de la Superfamilia que tengo entre manos en estos momentos. Así que el tiempo que normalmente os dedico a estas entradas y a otros menesteres en Internet, lo voy a dedicar ahora a ampliar mis horizontes de conocimiento...

Eso sí, os dejo con un tema interesante (aunque larguísimo, igual tardáis el mes entero en leerlo), que da para mucho debate; os digo que me pasaré por aquí y por vuestros blogs de cuando en cuando y por supuesto, os prometo volver en febrero con más cosas interesantes que contaros.

¿Cómo se puede ser a la vez "pro-elección" y "pro-vida"?

Como comentaba esta mañana en un blog, hace mucho tiempo que decidí cuál era mi postura en relación al aborto. Casi al mismo tiempo que leí el artículo que viene a continuación (obra del siempre inteligente Carl Sagan y su mujer, Ann Druyan). Es un artículo basado en la ley estadounidense, bastante más permisiva en algunos estados que la española... pero presenta una serie de ideas e información tan generales, que a partir de ese día, siempre que he entrado en un debate sobre el tema, he recurrido a él para explicar mi postura... y según voy siendo más mayor, le voy encontrando más sentido.

La fuente en inglés la podéis encontrar aquí y lo que sigue es una traducción casera, que espero que le haga justicia al original


"Sobre el aborto: Buscando respuestas"
por Carl Sagan and Ann Druyan

El texto que viene a continuación fue publicado al completo en el libro "Billions and Billions" ("Miles de millones"), incluyendo ilustraciones, una introducción, notas al pie de página y los comentarios que surgieron como reacción al artículo original.

Es un asunto que lleva años decidido. Los tribunales eligieron el término medio. Sería lógico pensar que fue el fin de la lucha. Pero en su lugar, hay manifestaciones populares, bombas e intimidación, asesinatos de trabajadores en clínicas abortivas, arrestos, grupos de presión activos, espectáculo a la hora de legislar, audiencias en el Congreso, decisiones en la Corte Suprema, la mayoría de partidos políticos tomando postura en el asunto y clérigos amenazando dichos políticos con la perdición. Los partidarios de una u otra idea lanzan acusaciones de hipocresía y asesinato. Se invoca del mismo modo a los derechos de la Constitución y la voluntad de Dios. Argumentos dudosos se emplean como cosa cierta. Las diferentes facciones en lucha piden a los científicos que den ímpetu a sus posiciones. Las familias están divididas, maridos y mujeres deciden no discutir sobre el tema, amigos de la infancia rompen su relación por él. Los políticos miran al resultado de las encuestas más recientes para decidir qué les dicta su conciencia. Y entre tanto grito, es difícil entender los argumentos del contrario. Las opiniones están polarizadas. Las mentes cerradas.

¿Es malo el aborto voluntario? ¿Siempre? ¿A veces? ¿Nunca? ¿Cómo lo decidimos? Hemos escrito este artículo para tratar de entender mejor las dos posturas en lucha y para ver si podemos encontrar una posición que nos pueda satisfacer a los dos. ¿No existe una postura intermedia? Habrá que sopesar los argumentos de las dos partes para encontrar si son consistentes y proponer ejemplos, alguno de ellos puramente hipotético, para probar dichos argumentos. Si en alguno de estos ejemplos parece que divagamos, pedimos paciencia al lector, estamos tratando de llevar las posiciones más extremas hasta el límite para ver cuáles son sus puntos débiles y donde fallan.

En los momentos de reflexión, casi todo el mundo reconoce que no se trata de un asunto con una sola cara. Muchos de los defensores de uno u otro lado, según pensamos, sienten cierta inquietud cuando enfrentan lo que subyace bajo los argumentos de sus oponentes (por ello muchas veces se evita el enfrentamiento sobre el tema). Y ciertamente el asunto toca materias realmente sensibles: ¿Cuál es nuestra relación con los demás? ¿Tendríamos que permitir al Estado intervenir nuestros asuntos más íntimos y personales? ¿Cuál es la frontera de nuestra libertad? ¿Qué significa ser humano?

Uno de los puntos de vista que actualmente se sostienen, sobre todo en los medios de comunicación, que no suelen tener el tiempo o la disposición para distinguir sutilezas, es que hay solamente dos bandos: "pro-elección" o "pro-vida". Es la manera en que prefieren autodenominarse los miembros de dichos bandos y así es como vamos a referirnos a ellos aquí. En la más simple de las acepciones, un "pro-elección" sostiene que la decisión de abortar o no durante el embarazo pertenece a la mujer; el Estado no tiene derecho a intervenir. Y un "pro-vida" es aquel que sostiene que desde el momento de la concepción, el embrión o feto está vivo; hay una imposición moral a conservar la vida; y abortar es equivalente a asesinar. Ambos nombres, pro-elección y pro-vida, han sido escogidos con la idea de influenciar a aquellos que no han formado su opinión sobre el asunto: pocas personas desean ser retratadas, ni como opuestas al derecho de elección, ni como opuestas a la vida. De hecho, libertad y vida son dos de nuestros valores más estimados, y aquí parecen estar en absoluta contradicción.



Consideremos ambas posturas absolutistas por turno. Un bebé recién nacido es sin lugar a dudas el mismo ser que era justo antes de nacer. Existen evidencias de que el feto en la última etapa del embarazo responde al sonido, incluída la música y especialmente a la voz materna. Puede chupar su pulgar e incluso moverse. En ocasiones genera ondas cerebrales como las de los adultos. Hay personas que dicen recordar su nacimiento, o incluso el entorno uterino. Es incluso posible que se empiece a pensar en el vientre materno. Es muy difícil mantener que la transformación en una persona ocurre de repente en el momento de nacer. ¿Por qué entonces tendríamos derecho a matar a un niño el día antes de su nacimiento y no el día posterior?

En la práctica, esta consideración no sería muy importante: menos de un 1 por ciento de todos los abortos voluntarios registrados en los Estados Unidos ocurren en los últimos tres meses de embarazo (y, si uno investiga los datos más a fondo, descubre que muchos de ellos se deben a errores de cálculo o son en realidad abortos naturales). Pero los abortos en el tercer trimestre son un caso de ejemplo de las limitaciones que presenta la posición "pro-elección". ¿Justifica "el derecho inalienable de la mujer a controlar su propio cuerpo" la muerte de un feto cercano a término y que es, bajo todas las ideas y para todos los propósitos, idéntico a un recién nacido?

Nosotros creémos que a muchos de los que están a favor de la libertad reproductiva, les presenta una cierta preocupación esta pregunta. Pero no pueden arriesgarse a plantearla porque es el principio de una cuesta abajo. Si no es permisible un aborto voluntario en el noveno mes, ¿qué hay del octavo, séptimo, sexto...? Una vez que se le reconoce al Estado la potestad para intervenir en un momento del embarazo, ¿no se deduce entonces que puede intervenir en cualquier momento?

Esto nos trae a la mente el espectro de la figura del legislador, en su mayoría varones, en su mayoría acomodados, diciendole a la mujer que ha de tener y criar sola hijos que no puede permitirse educar; forzando a adolescentes que no están emocionalmente preparadas para ello a tener hijos; diciendo a mujeres que desean seguir adelante con una carrera que han de apartar sus sueños, quedarse en casa y tener esos hijos; o el peor de los casos, condenando a víctimas de violación o incesto a llevar en su vientre y proteger a los retoños de sus asaltantes. Las prohibiciones legislativas sobre el aborto tienden a levantar las sospechas de que la agenda real es el control de la independencia y la sexualidad de las mujeres...

Y sin embargo, también por consenso, todos nosotros pensamos que es lógico que exista una prohibición y un castigo para el asesinato. Sería una defensa pírrica que un asesino plantease que este es un asunto entre él y su víctima y no es asunto del gobierno. Si matar a un feto es realmente acabar con una vida humana, ¿no es el deber del estado prevenirlo? Ciertamente, una de las principales funciones de cualquier gobierno es defender a los débiles frente a los fuertes.

Si no nos oponemos al aborto en alguno de los momentos de un embarazo, ¿no existe el peligro de considerar un grupo entero de seres humanos como indignos de nuestra protección y respeto? ¿Y no es ese mismo tipo de consideración la marca del sexismo, el racismo, el nacionalismo y los fanatismos religiosos? ¿No deberían aquellos que están dedicados a la lucha contra semejantes injusticias tener un cuidado especial en no cometer una parecida?



No existe el derecho a la vida en ninguna sociedad en la Tierra hoy en día, ni ha existido en ningún tiempo pasado...: criamos animales de granja para sacrificarlos; destruimos bosques; contaminamos ríos y lagos hasta que no es posible que la pesca sobreviva en ellos; matamos ciervos y alces por deporte, leopardos por sus pieles y ballenas para obtener fertilizantes; atrapamos delfines de modo cruel en redes para cazar atunes; golpeamos bebés de foca hasta la muerte; y hacemos desaparecer especies a diario. Todos estos animales y vegetales están tan vivos como lo estamos nosotros. Lo que está(supuestamente)protegido no es la vida, sino la vida humana.

E incluso bajo esta supuesta protección, el asesinato es moneda corriente de cambio, y empezamos guerras "convencionales" con un número de bajas tan terrible que nos asusta pensar seriamente en ello a la gran mayoría... Esa protección, ese derecho a la vida, no parece cubrir a los 40000 niños por debajo de cinco años que mueren cada día en nuestro planeta por hambre, deshidratación, enfermedad o abandono.

Aquellos que defienden el "derecho a la vida" suelen defenderlo (en su mayoría) no para cualquier tipo de vida, sino, únicamente y en particular, para la vida humana. Así que ellos también, al igual que los pro-elección, tienen que decidir qué es lo que distingue al ser humano de otros animales y en que momento durante la gestación, las cualidades que distinguen a los humanos aparecen, sean éstas las que sean.

Aunque se afirma muchas veces lo contrario, la vida no comienza con la concepción: es una cadena ininterrumpida que se puede remontar hasta casi el origen de la Tierra, hace 4600 millones de años. Tampoco la vida humana tiene su origen en el momento de la concepción: es otra cadena ininterrumpida que nos lleva hasta el origen de nuestra especie, hace cientos de miles de años. Cada espermatozoide y cada óvulo están, sin ningún lugar a dudas, vivos. Pero no son seres humanos, por supuesto. Por supuesto, se puede argumentar que tampoco un huevo fertilizado lo es.

En algunos animales, el óvulo se desarrolla en un adulto sano sin la necesidad de intervención de un espermatozoide. Eso no ocurre, hasta donde llegan nuestros conocimentos, en los humanos. Un espermatozoide y un óvulo sin fecundar componen juntos los planos géneticos de lo que es un ser humano. En ciertas circunstancias, después de la fertilización, pueden evolucionar y desarrollarse en un bebé. Pero la mayoría de los huevos fertilizados son abortados de manera espontánea. El desarrollo en un ser humano no es un fenómeno garantizado. Ni el espermatozoide y el óvulo por separado, ni un óvulo fertilizado son más que un bebé en potencia o un ser humano adulto en potencia. Así que si un espermatozoide y un óvulo son tan humanos como el producto de su unión y si consideramos asesinato la destrucción de un huevo fertilizado, a pesar de que es únicamente un ser humano en potencia, ¿por qué no consideramos asesinato la destrucción de óvulos y espermatozoides?

Cientos de millones de espermatozoides (con velocidad máxima cuando sus colas se mueven de unos 13 cm por hora) son expulsados en una eyaculación humana. Un hombre joven y sano puede producir en una semana o dos suficientes espermatozoides para doblar en número a la población terrestre. ¿Es entonces la masturbación un genocidio? ¿Qué hay de las poluciones nocturnas, o el sexo casual?. Cuando un huevo sin fertilizar es expulsado al menstruar, ¿ha muerto alguien? ¿Tendríamos que lamentarnos por todos esos abortos espontáneos? Muchos animales inferiores pueden ser producidos en un laboratorio a partir de una única célula de su cuerpo. Las células humanas pueden ser clonadas... Teniendo en cuenta esta potencialidad de la técnica de la clonación, ¿estaríamos cometiendo un asesinato en masa al destruir células que se podrían clonar o simplemente por derramar una gota de sangre?

Todas las células reproductoras humanas son la mitad de un ser humano en "potencia" ¿Tendríamos que hacer esfuerzos heróicos para salvar y preservar todas ellas, en todas partes, debido a este potencial? ¿Es el no hacerlo inmoral o criminal? Por supuesto, hay una diferencia entre acabar con una vida humana y no poder salvarla. Y también hay una gran diferencia entre las probabilidades de supervivencia de una célula reproductora y un huevo fertilizado. Pero lo absurdo que sería que existiera un cuerpo de defensores altruistas de la conservación del semen nos lleva a cuestionarnos sobre si el simple "potencial" de un huevo humano fertilizado para llegar a ser un bebé realmente hace de su destrucción un asesinato.

A los oponentes del aborto les preocupa que, una vez que se decida que el aborto es permisible tras la concepción, no exista ningún argumento que lo restrinja en un momento posterior del embarazo. Entonces, es su temor, algún día será permisible asesinar a un feto que es inequivocamente un ser humano. Tanto los pro-elección como los pro-vida (al menos algunos de ellos) se ven empujados hacia posturas absolutas debido al miedo de estas zonas grises paralelas.

Otra zona gris se alcanza cuando consideramos a aquellos pro-vida que están dispuestos a hacer una excepción en el caso sangrante de un embarazo como resultado de una violación o un incesto. ¿Pero porqué tendría que depender el derecho a la vida de las circunstancias de su concepción? Si la misma persona fuera a ser el resultado, ¿tiene el Estado derecho a determinar que viva el que resulta de una unión legal y muera el que resulta concebido por la coerción y la fuerza? ¿Cómo puede ser justo? Y si las excepciones se extienden para proteger a estos fetos, ¿por qué no han de extenderse para los otros? Este es parte del razonamiento que lleva a muchos pro-vida a adoptar la postura, que muchos consideran obscena, de oponerse al aborto bajo cualquier tipo de circunstancias, salvo si exceptuamos, quizá, el peligro de la vida de la madre.

Pero la razón más común para abortar en el mundo es el control de natalidad. Entonces, ¿no tendrían los que se oponen al aborto que repartir métodos anticonceptivos y enseñar su uso? Ese podría ser un modo eficaz de reducir el número de intervenciones. Pero en lugar de esto, Estados Unidos está muy por debajo de otras naciones en el desarrollo de métodos de control de natalidad seguros y efectivos y, en muchos casos, la oposición a la investigación sobre el tema (y a la educación sexual) procede de las mismas personas que se oponen al aborto.

El intento de encontrar de manera ética y correcta cuando el aborto es permisible, si es que lo es, es un tema que tiene profundas raíces históricas. Muy a menudo, sobre todo en la tradición cristiana, estos intentos están relacionados con la pregunta de cuándo el alma entra en el cuerpo, un tema realmente no muy propicio a ser investigado de manera científica y fuente de controversia incluso entre afamados teólogos. La génesis del alma se ha afirmado que ocurre en el esperma antes de la concepción, durante la concepción, el el tiempo "de las pataditas" (cuando la madre es capaz de sentir el feto moviendose en su interior) y en el nacimiento. O incluso más tarde.

Diferentes religiones tienen diferentes enseñanzas. Entre los cazadores-recolectores, no suele haber prohibiciones contra el aborto, y era bastante común en la antigua Grecia y el Imperio Romano. Como contraste, los asirios castigaban severamente a la mujer que lo intentaba empalandola en una estaca. El Talmud judío enseña que el feto no es una persona y no tiene derechos. Tanto el Antiguo como Nuevo Testamento, tan ricos en detalles sobre prohibiciones a la hora de vestir, dieta y palabras permisibles, no contienen una sola palabra que prohiba específicamente el aborto. El único pasaje que está ligeramente relacionado (Éxodo 21:22) decreta que si hay una lucha y una mujer testigo pierde accidentalmente un bebé al ser herida en ella, el asaltante tiene que pagar una multa.

Ni San Agustín, ni Santo Tomás de Aquino consideraban el aborto en los primeros estados de embarazo como homicidio (el segundo alegaba que el embrión no parecía humano). Esta idea fue abrazada por la Iglesia en el Concilio de Viena en 1312 y nunca ha sido repudiada. La primera y más extensa colección de Derecho Canónico (de acuerdo con el afamado historiador de las enseñanzas de la Iglesia sobre el aborto, John Connery, S.J.) sostiene que el aborto sólo es homicidio después de que el feto está "formado", aproximadamente al final del primer trimestre.

Pero cuando las células espermáticas fueron examinadas por primera vez debajo de un microscopio, en el siglo XVII, se pensó que tenían la forma aproximada de un ser humano completo. La vieja idea del homúnculo, en la cuál en cada espermatozoide había un pequeño hombrecillo que tenía en sus testículos a su vez innumerables pequeños hombrecillos y así hasta el infinito, fue resucitada. En parte debido a esta malinterpretación de datos científicos, en 1869 el aborto provocado en cualquier momento y por cualquier causa se convirtió en motivo de excomunión. A muchos catolicos y no católicos les resulta sorprendente descubrir que la fecha es tan reciente.

Desde los tiempos coloniales al siglo XIX, el criterio en los Estados Unidos fue el del movimiento fetal. Un aborto en el primer o incluso en el segundo trimestre del embarazo era considerado en el peor de los casos como una falta menor. En rara ocasión se buscaban condenas y eran también difíciles de obtener, puesto que se dependía enteramente de la palabra de la mujer sobre si había sentido o no el movimiento y por la desgana de los jurados a condenar a mujeres que hacían opción a su derecho a elegir. En el año 1800 no existía, hasta donde está documentado, ningún estatuto en USA que hiciera mención al aborto. Anuncios sobre fármacos para inducir un aborto se pueden encontrar en casi cualquier periódico, e incluso en muchas hojas parroquiales: si bien el lenguaje usado era bastante eufemístico, todo el mundo lo podía entender.

Pero en el 1900, el aborto había sido declarado ilegal en cualquier momento de un embarazo en todos los estados de la Unión, excepto si este era necesario para salvar la vida de la madre. ¿Qué ocurrió para que se diera un cambio tan drástico? La religión tuvo poco que ver con el tema. Cambios drásticos en la economía y en la sociedad habían cambiado el panorama agrario por una sociedad industrial y urbana. América estaba en el proceso de cambio de una de las tasas de nacimiento más altas del mundo a una de las más bajas. El aborto jugaba un papel importante en este proceso y esto estimuló a su supresión por parte de determinados sectores.

Una de las fuerzas más implicadas en su desaparición fue la profesión médica. Hasta mediados del XIX, la medicina era un negocio ni reglado, ni supervisado. Con el ascenso de una nueva élite médica, educada en la Universidad y deseosa de mejorar su estatus y la influencia de sus profesionales, se formó la Asociación de Medicina Americana. En su primera década, la AMA empezó ejerciendo presión para que únicamente los médicos con licencia pudieran provocar abortos. Los nuevos conocimientos sobre embriología, aducían, habían mostrado que el feto era humano antes de empezar a moverse.

Ellos proclamaban que su asalto contra el aborto no tenía como motivación la preocupación por la salud de la mujer, sino el bienestar del feto. Había que ser médico para entender cuando estaba justificada moralmente la terminación de un embarazo, porque la respuesta dependía de factores científicos y médicos, tan sólo inteligibles para profesionales. Al mismo tiempo, las mujeres fueron practicamente excluídas de las escuelas médicas, en las cuáles se podía adquirir tan arcano conocimiento. Así resultaba que las mujeres no tenían en realidad ni voz, ni voto en la decisión de terminar con su propio embarazo. También era potestad del médico decidir si el embarazo suponía una amenaza para la mujer y quedaba bajo su única responsabilidad el determinar qué era una amenaza y qué no lo era. Para las mujeres ricas, la amenaza podía considerarse una amenaza para su tranquilidad emocional o incluso a su estilo de vida. Las mujeres pobres se veían forzadas a recurrir al carnicero de turno o a las perchas.

Así estuvo la ley hasta 1960, cuando una coalición de individuos y organizaciones, con la AMA en aquel punto entre ellos, buscó el reinstaurar los valores más tradicionales que fueron a cristalizar en la sentencia de Roe contra Wade.

Si matas a un ser humano de forma deliberada, es considerado asesinato. Sin embargo matar deliberadamente a un chimpancé, que es nuestro pariente biológico más próximo compartiendo 99.6 por ciento de nuestros genes activos, sea lo que sea, no es considerado un asesinato. Hasta la fecha, se considera únicamente asesinato el matar seres humanos. De modo que la cuestion de cuándo empezamos a ser humanos (o, si nos gusta más, la aparición del alma) vuelve a aparecer como clave en el debate del aborto. ¿Cuándo adquiere el feto su condición de humano? ¿Cuándo aparecen las cualidades única e indistintamente humanas?

Reconocemos que especificar un momento preciso significa ignorar las diferencias individuales. Por lo tanto, si es necesario especificar una línea, es mejor que sea lo más conservadora posible, esto es, tirando a pronto. Algunas personas son contrarias a especificar un límite numérico y nosotros compartimos esta reticencia; pero si se quiere hacer una ley al respecto, y si ésta quiere llegar a algún tipo de posición de compromiso entre los dos extremos absolutos, es necesario especificar, aunque sea de manera aproximada, cuando ocurre la transición hacia un ser humano.

Cada uno de nosotros empieza en un punto. Un óvulo fecundado es aproximadamente del tamaño del punto al final de esta frase. El contacto entre esperma y óvulo ocurre normalmente en una de las trompas de Falopio. Una célula se divide en dos, dos en cuatro y así continúa a un ritmo exponencial con base 2. Alrededor del décimo día, el huevo fecundado se ha convertido en una especie de esfera hueca que navega hacia otro espacio: el útero. Va destruyendo tejidos a su paso. Se nutre de sangre de los capilares. Se baña en la sangre materna, de la cuál obtiene oxígeno y nutrientes. Y se establece como una especie de parásito en las paredes del útero.

# Alrededor de la tercera semana, más o menos paralelo a la pérdida del primer periodo, el embrión en formación tiene 2 milímetros de largo y está desarrollando distintas partes del cuerpo. Es en este estadio en el que empieza a aparecer una rudimentaria placenta. Su aspecto es el de un gusano segmentado.

# Al final de la cuarta semana, ha crecido hasta los 5 milímetros (1/5 de pulgada). Ya se puede reconocer que es un ser vertebrado, el corazón en forma de tubo está empezando a latir, algo parecido a las agallas de un pez o un anfibio resulta aparente y tiene una cola pronunciada. Parece similar a un renacuajo o un tritón. Este es el fin del primer mes tras la concepción.

# En la quinta semana, las áreas del cerebro pueden distinguirse a grandes rasgos. Se nota lo que luego de transformará en los ojos y aparecen pequeñas yemas que se desarrollarán en lo que serán brazos y piernas.

# En la sexta semana el embrión tiene 13 milímetros de largo (media pulgada). Los ojos están situados todavía en los lados de la cabeza, como ocurre en la mayoría de los animales, y la cara tiene forma reptiliana, con pequeñas aberturas donde se irán a encontrar la boca y la nariz.

# Al final de la septima semana la cola ha desaparecido casi por completo y los caracteres sexuales empiezan a desarrollarse (aunque la apariencia de ambos sexos es femenina). La cara tiene ahora apariencia de mamífero, pero parecido en cierto modo con la de un cerdo.

# Al final de la octava semana, la cara se parece a la de un primate, pero no tiene todavía totalmente humana. La mayoría de las partes esenciales en el cuerpo humano están presentes. La anatomía de la parte inferior del cerebro está desarrollada. El feto muestra reacción ante estímulos delicados.

# En la décima semana la cara muestra rasgos inequívocamente humanos. Empieza a ser posible distinguir al hombre de la mujer. Las uñas y las estructuras óseas principales no son visibles hasta el final del tercer mes.



# En el cuarto mes es posible distinguir el rostro de un feto del de otro. Las patadas empiezan a sentirse normalmente alrededor del quinto mes. Los bronquiolos de los pulmones no empiezan a desarrollarse hasta aproximadamente el sexto mes, los alveólos aún más tarde.

Así que, si únicamente una persona puede ser objeto de asesinato, ¿cuándo consideramos que el feto es persona? ¿Cuando su cara llega a ser inequivocamente humana, alrededor del fin del primer trimestre? ¿Cuando empieza a responder a estímulos, también alrededor del primer trimestre? ¿Cuando empieza a ser tan activo como para sentir sus patadas, normalmente en mitad del segundo trimestre? ¿Cuándo los pulmones han alcanzado tal estado de desarrollo que el feto podría, teóricamente, respirar por si solo el aire del exterior?

El problema con todos estos acontecimientos no es sólo que son arbitrarios. Es mucho más inquietante que ninguno de ellos está ligado únicamente a los humanos, aparte del parecido superficial de la cara. Todos los animales responden a estímulos y se mueven a voluntad. Un gran número son capaces de respirar. Pero eso no nos para a la hora de exterminarlos en grandes cantidades. Los reflejos y el movimiento no son lo que nos hace humanos.

Otros animales nos aventajan en muchos aspectos, en velocidad, en fuerza, en resistencia, en sus habilidades para escalar o excavar, en camuflaje, en la vista, el olfato o el oído, en su dominio del aire o el agua. Nuestra única gran ventaja, el secreto de nuestro éxito, es el pensamiento: el pensamiento humano es característico. Somos capaces de reflexionar las cosas, imaginar sucesos que aún no han ocurrido, deducir. Así es como inventamos la agricultura y la civilización. El pensamiento es nuestra bendición y nuestra maldición y es aquello que nos hace ser lo que somos.

El pensamiento tiene lugar, por supuesto, en el cerebro, principalmente en las zonas superiores o convoluciones de la "materia gris", lo que llamamos corteza cerebral. Las cerca de 100000 millones de neuronas que hay en el cerebro constituyen la base material del pensamiento. Las neuronas están conectadas entre sí y dichas conexiones juegan un papel primordial en la experiencia del pensamiento. Pero la conexión de neuronas, no comienza a gran escala hasta el periódo entre las semanas 24 y 27 del embarazo, en el sexto mes.



Los científicos pueden medir la actividad eléctrica en esta red de neuronas en el interior del craneo sin ningún daño, con sólo colocar una serie de electrodos en la cabeza de un sujeto. Diferentes tipos de actividad mental muestran distintos patrones de ondas cerebrales. Pero las ondas cerebrales con partrones regulares típicos de los adultos humanos no aparecen en el feto hasta la semana número 30, cerca del principio del tercer trimestre. Los fetos por debajo de esta edad, por muy activos y vivos que puedan parecer, carecen de la arquitectura cerebral necesaria. No pueden pensar todavía.

Ponernos de acuerdo en matar a una criatura viva, especialmente en una que llegará a ser un bebé, es complicado y doloroso. Pero ya hemos rechazado los dos extremos de "siempre" y "nunca", y esto nos coloca en esa pendiente resbaladiza. Si estamos forzados a escoger un criterio de desarrollo, aquí es donde nosotros trazamos la división: cuando el comienzo del pensamiento humano llega a ser posible.

Esta es, en realidad, una definición un tanto conservadora: las ondas cerebrales regulares son raramente halladas en fetos. Tal vez un mayor nivel de investigación pueda ayudar... Si queremos hacer este criterio todavía más riguroso, para así incluir la posibilidad de que algún feto desarrollase este tipo de ondas cerebrales de manera precoz, podemos bajar la barrera hasta el sexto mes. Esto es lo que hizo la Corte Suprema en 1973, aunque por razones completamente diferentes.

Esta decisión en el caso de Roe contra Wade cambió la ley estadounidense del aborto. Se permite el aborto provocado si la madre así lo requiere sin restricción en el primer trimestre y, con ciertas restricciones para proteger su salud, en el segundo trimestre. Se permite a los Estados prohibir el aborto en el tercer trimestre, salvo que exista una grave amenaza sobre la vida o la salud de la madre. En la decisión de Webster (1989) el Tribunal Supremo decidió de forma explícita no declarar nula la sentencia de Roe contra Wade pero a cambio invitó a las 50 legislaturas de los Estados a decidir por sí mismas.

¿Cuál fue el razonamiento que llevó a Roe contra Wade? No se le dió peso legal a qué ocurre una vez que el niño nace, o a la familia. En su lugar, se protegió el derecho de la mujer a tener libertad reproducctiva, según legisló la corte, usando el derecho constitucional a la privacidad. Pero ese derecho no está exento de ser matizado. El derecho a la privacidad de la mujer ha de ser sopesado frente al derecho a la vida del feto y al dictar sentencia, la corte dió prioridad a la privacidad en el primer trimestre y a la vida del feto en el tercero. El punto de transición no fue decidido usando las consideraciones que hemos usado nosotros hasta ahora: no se consideró cuando llega alguien a ser persona, ni cuándo el feto adquiere características humanas suficientes para ser protegido de asesinato ante la ley. En su lugar, el criterio que se adoptó fue si el feto era o no era capaz de vivir fuera del organismo de la madre. Es lo que se llama "viabilidad" y depende en gran parte de la capacidad para respirar. Los pulmones no están suficientemente desarrollados y el feto no puede respirar, ni siquiera colocandolo en las más avanzadas incubadoras o pulmones artificiales, por debajo de la semana 24 de gestación, cerca del comienzo del sexto mes. Por ello, Roe contra Wade permite a ciertos Estados prohibir abortos en el tercer trimestre del embarazo. Es un criterio netamente pragmático.

El argumento es que si el feto puede ser viable fuera del útero materno, el derecho a la privacidad de la madre queda relegado por el de la vida del feto. ¿Pero qué se quiere decir con "viable"? Incluso un recién nacido a término necesita muchos cuidados y amor para salir adelante. Hubo una época hace tan sólo decenas de años, antes de que las incubadoras se inventasen, en que los bebés nacidos en el séptimo mes de embarazo raramente eran viables. ¿Hubiera sido permisible, por tanto, el aborto en el séptimo mes entonces? ¿O es después de la invención de las incubadoras cuando el aborto en el séptimo mes se convierte repentinamente en inmoral? ¿Qué ocurre si en el futuro se desarrolla una nueva tecnología que permite que un útero artificial pueda mantener y desarrollar un feto incluso por debajo de los seis meses intercambiando oxígeno y alimentos por la sangre como hace la placenta de la madre? Podemos garantizar que dicha tecnología está lejos de ser desarrollada por el momento y que cuando se desarrolle no llegará al público en general inmediatamente. Pero si estuviera disponible, ¿resulta entonces inmoral abortar a un feto por debajo de los seis meses, cuando antes era moral? Una moral que depende de, y cambia con la tecnología es una moral muy frágil; para algunos, es también una moral inaceptable.

¿Y por qué exactamente tendríamos que dar protección legal al hecho de respirar (o a la función renal, o a la capacidad para resistir enfermedades)? Si se demuestra que un feto puede pensar y sentir pero no es capaz de respirar, ¿sería justificable matarlo? ¿Valoramos más el respirar que el pensar o el sentir? Los argumentos que se basan en la viabilidad no pueden, a nuestro modo de ver, determinar de manera coherente cuando el aborto resulta permisible. Necesitamos algún otro criterio. Y de nuevo ofrecemos el comienzo de la capacidad del pensamiento humano como posible criterio.

Dado que en media, la capacidad de pensar aparece de forma más tardía en el feto que el desarrollo de los pulmones, encontramos que la sentencia de Roe contra Wade es una decisión prudente y equilibrada a la hora de legislar un tema complejo y difícil. Con la prohibición del aborto en el último trimestre, salvo en casos de grave necesidad médica, se consigue un equilibrio justo entre los derechos en conflicto de la libertad y la vida.


Ý hasta aquí lo que dicen Sagan y Druyan...

Creo que nadie medianamente inteligente puede estar "a favor del aborto", así, tal cuál... el aborto es un parche como las cárceles, los orfanatos o los zoológicos; en una sociedad perfecta, no tendría porqué existir. Pero tal y como vivimos, en esta sociedad imperfecta, es una realidad que prefiero que sea legislada y entendida por el Estado a ignorada y practicada sin ningún tipo de control por su parte. Abramos, pues, el debate para establecer ese control.

miércoles, enero 07, 2009

Esto es una captura de pantalla real

Ayer, a las nueve de la noche... y lo que está censurado es mi ciudad.



Comprendéis que esto sea un shock cultural, ¿verdad?

Y encima hay que mover el coche de debajo de esta capa de materia blanca...



Ayer incluso tuve una discusión con un vecino por ignorar las mínimas normas de etiqueta en la nieve. El hombre acababa de limpiar un hueco para dejar su coche (lo cuál, hemos aprendido Superman y yo a marchas forzadas y por la regla de la experiencia que duele, facilita la entrada y salida del vehículo en días posteriores) y llegué de conducir por esas calles de Dios completamente en tensión y ocupé su hueco. Encima con los nervios no entendía lo que me quería decir aquel hombre conque aquel hueco era "suyo"...

En fin, sobreviviremos, las penalidades tomadas con buen humor, te hacen fuerte.

sábado, enero 03, 2009

Dios me pille confesada...

... exista o no.

Tengo que pasar mañana por el aeropuerto de Madrid-Barajas... para mi desgracia. Ni siquiera el consuelo de rezar me queda:




Así que siguiendo la recomendación, para qué vamos a preocuparnos... Eso sí, si el miércoles no he dado señales de vida, mandad a los munipas.

Olvidé ayer declarar que la foto está tomada del periódico "El Mundo" y es un autobús urbano de Barcelona.

viernes, enero 02, 2009

En mi casa sí que hay normas

Como siempre en estas fechas tengo tiempo de pasar, a la vez que visito a toda mi larga y extensa superfamilia, por prensa de toda la escala político-social. Y me ha llamado la atención que tanto El País, como ABC (este último artículo era en el suplemento D7 y he sido incapaz de encontrarlo en formato digital), le han dedicado en estas fechas sendos artículos al problema de los "niños sin límites".

Mi manera de educar a los Supernenes es cercana al llamado "attachment parenting" (por supuesto, no soy dogmática a la hora de aplicarlo, no es una religión sino una filosofía) y reconozco que más de una vez he tenido que morderme la lengua para mantener la paz en alguna reunión familiar, social o simplemente en un intercambio por Internet. Porque mucha gente todavía confunde el hecho de permitir a los bebés y niños que manifiesten conductas propias de la edad que tienen con no aceptar la disciplina. O el demostrar a tus hijos cariño y comprensión, con mimarlos.

Y algo de ello entiendo en las palabras del juez Calatayud (un personaje que me gusta y al que admiro por sus hechos, aunque en esta ocasión tenga que matizar sus opiniones) cuando dice en El País que: "Hay que poner límites a los hijos desde el primer minuto de vida. Luego cuesta más". Lo siento pero no... poner límites no creo que sea lo que se pretende a esas alturas, porque el entendimiento de un bebé no da para tales razonamientos. Por supuesto, no siempre vamos a poder atender a un niño cuando lo demanda y los "límites" van a ir surgiendo de forma natural, poco a poco... Y claro está, no le puedo consentir las mismas cosas a Supergirl, con casi cinco años, que a Superboy, con dos. Sencillamente de muchas de las trastadas que hace, Superboy ni se entera. Pero la experiencia me dice que a base de repetirlo muchas veces, se irá enterando.

Hay a quién le molesta también el que se implique a los niños en la toma de decisiones desde edad temprana. En el artículo de ABC se leía una frase que se me quedó marcada. La idea era algo así: "Hemos educado a una generación para ser demócratas y nos ha salido una de tiranos". No puedo estar más en desacuerdo. Porque educar en democracia no es sólo educar en los derechos, sino también en las responsabilidades que conlleva tener tal libertad. Dicho de otro modo, si no dejas que los niños sufran las consecuencias de sus decisiones, no estás educando en democracia (por eso es necesario, más o menos, decidir qué cosas van a poder decidir ellos y cuáles son competencia tuya el decidir: si van a salir a la calle en invierno a dos grados bajo cero, yo decido el abrigo que se ponen... ellos pueden decidir qué ropa quieren ponerse debajo... Me encanta la frase de Jesper Juul en El País: "Nuestros abuelos decían siempre "no" (por seguridad) y los padres de hoy "sí" (por seguridad). Hay que decir "sí" o "no" por convicción").

Y sí, attachment parenting y todo, en mi casa hay normas: nos sentamos una tarde los cuatro juntos y decidimos qué era especialmente importante para la familia en su conjunto: cosas como no pegar, recoger los juguetes, no gritarnos... Luego hicimos una lista con unos preciosos dibujos y textos, parecida a esa que hay abajo. Como todas las normas escritas, hay días en que nos cuesta más seguirlas que otras, días en que alguno las quebranta y los demás le tenemos que recordar que existen, días en que la infracción es grave y hay que "rehabilitar" al infractor. Y creo que como límite es sano y suficiente.



Es más, si me apuran, no creo que sea necesario poner más límite que aquellos dos que me dieron mi Superpadre y mi Supermadre, respectivamente, hace algunos años: "Hija, que cuando te mires por las noches al espejo, puedas sostenerte la mirada sin vacilar después de pensar en todo lo que has hecho durante ese día" y "Tu libertad empieza donde acaba la libertad de los demás... no le hagas nunca a nadie lo que no te gustaría que te hicieran a tí misma"... Ya les he transmitido a los Supernenes, con mayor o menor fortuna, mi carga genética. Si soy capaz de transmitirles también estas dos máximas como carga cultural, creo que moriría con la satisfacción del deber cumplido.
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(Ir)Responsable también de esto...