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Sigo instalada en los "taitantos" y los abuelos siguen a hacer puñetas de aqui... Pero al menos el marido parece haber sentado el trasero, duermo algo por las noches y mi carrera laboral empieza a parecerse a algo. Lo que sigue siendo interesante es mi red de apoyo variopinta, internacional y virtual y las aventuras de la Superfamilia espero... Pasa y acomodate.

lunes, agosto 30, 2010

Poco organizados

Empecemos conque he dormido unas cuatro horas y ni siquiera han sido seguidas, sino en intervalos cortos. Parte de lo que intenté dormir ha sido en los asientos de varios vehículos. Me duele la cabeza horrores y la espalda no te quiero ni contar.

Aunque siempre juramos y perjuramos que no vamos a caer en la tentación, lo cierto es que nos surgen esas ocasiones en las que no tenemos más remedio que desplazarnos a España toda la familia y con márgenes mínimos de tiempo. Por ley de Murphy, siempre se nos complican dichos desplazamientos con cosas tales como retrasos varios del avión, averias inoportunas del coche y climatología adversa de narices (he llegado a pensar que entre el aeropuerto de Berlín y mi casa la lluvia es un estado permanente). He de decir que en esta ocasión, al menos, el motivo era de alegría y el desenfreno del fin de semana ha merecido la pena.

Aparte, tendría que haber dormido una siesta larga por la mañana, claro, pero a ver quién es el chato que se mete una siesta con la luz que entra por la ventana a raudales. Así que al final he caído muerta cuando menos podía hacerlo, despertándome con el tiempo justo para salir y desplazarme el medio kilómetro que me separa del sitio donde SG, supuestamente, tendría que tener las clases de lengua materna (en su caso elegimos el inglés). ¿Os podéis creer que las famosas clasecitas de inglés las ofrecen a las dos de la tarde y tienes que llevar tú a la niña entre los dos colegios? Vamos, lo ideal para unos padres que pretende currar a jornada completa... pero vamos, esa es la mentalidad alemana, la niña ya tiene edad de ir sola según ellos.

Así que camino con prisa y maldigo el momento de imprevisión (y la salida a lo zombi aún con sueño) que me han hecho dejarme el paraguas en casa, menos mal que no llueve... durante los cien primeros metros. Según se ha hecho demasiado lejos para retroceder, empiezan a caer chuzos de punta con unas ráfagas de viento frío que uno no se puede creer que ayer mismo estuviera en bermudas a más de treinta grados. Y encima una piensa que en realidad no hay mal tiempo, sino ropa inadecuada (bueno y tal vez demasiada cabezonería, porque la gente que no iba preparada para el clima se está metiendo en los soportales y yo sigo emperrada en caminar) y maldice hasta en arameo la imprevisión mientras se cala de lluvia hasta arriba. Y como suele pasar en estos casos, cuanto más calada y hundida se siente una, más agua cae del cielo.

Al llegar, conozco a la profe de inglés en cuestión y aunque no me puede dar ninguna alternativa a mi caso, es la mujer que mejor impresión me ha dado de todas las que llevo conocidas en en curso escolar... El año que viene no me pillan, organizo el horario con antelación para que la niña no se pierda la lectura en la lengua de Shakespeare.

El médico me ha dicho que no tengo que pretender llevar todo bajo control, que tengo que delegar responsabilidades e improvisar (¿en quién? ¿en los niños? porque el pobre SM está más que delegado). No puedo, no me sale en un país en el que me están preguntando ya si vamos a llevar a los niños a la guardería en las vacaciones de octubre y todo lo que miramos está ocupado desde hace siglos por esas fechas. Ya no se encuentran billetes baratos para Navidades (¡con cuatro meses de adelanto!). Tendríamos que volver a hacer la machada de ayer: llegar a Berlín a las once de la noche y a casa a las dos de la mañana (eso sin retrasos). Y a las seis y media, otra vez en pie para el cole.

Menos mal que también me ha dicho que puedo llorar siempre que quiera, que no reprima las lágrimas, así que voy a tener una rabieta de las de espanto: con gritos, chillidos y pataleos... me pregunto porqué reprimimos a los niños, si lo cierto es que se queda uno como la seda después de una así...



Antes de que empiecen los ánimos conmiserativos, aclaro que lo de hoy es eso, una rabieta con llantina. Estoy contenta con mi vida, estoy en cambio y cada año que pasa, estos alemanes me pillan menos desprevenida ;)

Ale, voy a descoyuntarme (SM dice que en los ejercicios de cervicales parezco la niña del exorcista) y a la cama. Mañana os cuento el viaje que da también para un rato.

jueves, agosto 26, 2010

¡Pobre mi Kevin!

Me ha hecho gracia que una noticia que no tendría porque tener mayor repercusión fuera de las fronteras alemanas, haya llegado a la prensa española y sea una de las más leídas del día. El tema es "la importancia de llamarse Kevin". O más bien, la poca importancia.

Resumiendo (y leo entre renglones en la página web de la investigadora alemana que ha dirigido el cotarro): hace unos años en una encuesta anonima, el departamento de Pedagogía de la Universidad de Oldenburg descubrió que los profesores asocian determinados prejuicios a los nombres propios de las criaturas. En una de las encuestas se llega a leer que "Kevin no es un nombre, sino un diagnóstico". Y continuando con esta línea de investigación, han mandado ejercicios infantiles escaneados a 200 profesores y los mismos ejercicios, bajo distinto nombre, eran calificados de distinta manera (hasta 9 puntos de diferencia en una escala del 1 al 10). Y los que salían siempre perdiendo eran los niños con nombres "socialmente" mal vistos.


beliebteste Vornamen je Bundesland 2009
Landkarte von StepMapStepMapbeliebteste Vornamen je Bundesland 2009



El tema, como os podéis suponer, me tiene intrigada. Porque mis hijos no se llaman Kevin, ni Mandy pero tienen unos nombres raritos e impronunciables para los alemanes. Y encima son extranjeros (sí, cada dos días en Radio Noticias se encargan alegremente de recordarme que mis hijos tienen el doble de probabilidades de que les vaya mal en la escuela).

No me pienso tomar la cosa como una profecía, ayer tuvimos la primera reunión de padres en la escuela y me llamó la atención la poca presión que aparentemente ponen a los niños y el espíritu de "buenrollismo" que quieren comunicar. Por supuesto eso no me cuadra con una tozuda realidad en la que dentro de cuatro años, más de la mitad de la clase de mi hija no recibirá la recomendación para ir al equivalente del bachillerato sino a un ciclo profesional.

Que no se me malentienda: soy la primera que creo que lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta. Si mis hijos no valen para estudiar, prefiero tener en casa una buena peluquera y un buen fontanero, formados como se forman aquí en la práctica de su oficio. Pero también soy consciente de que a muchos de esos niños que no estén claramente con los dos pies en uno de los dos lados, el esfuerzo contínuo de sus padres es lo que les lleva para arriba en sus años de escuela. Y ayer salí con la impresión de que a los padres nos querían lo más lejos posible, salvo para poner pasta. De momento, me reservo la opinión hasta conocer mejor el sistema.

lunes, agosto 23, 2010

¿Qué ha dicho usted de la edad?

Esta claro que no, que no me puedo permitir ponerme enferma, porque cuando eso pasa, te toma todo el mundo el número cambiado.

Estaba yo tan tranquila en medio del masaje que me habían recetado para recomponer un poco los maltrechos músculos del cuello, dándole charla a la masajista para que no se aburriese. Le digo que el médico me va a recetar gimnasia de mantenimiento para terminar de paliar el problema y ella me suelta, así sin anestesia, que claro "a mi edad" es normal que empiece a fallar la musculatura de la espalda y se den problemas del tipo del que he tenido si uno no está debidamente entrenado...

¿Cómo que a mi edad? ¿Pero qué dices? Si encima estoy mejor que nunca, que he aprendido a montar en bici y soy capaz de irme hasta el curro ida y vuelta y son 20 km...

Bueno, bueno, me calmo, me visto y me voy para la consulta del médico para que me firme el parte de la gimnasia. Y el médico, tres cuartos de lo mismo, que estamos en una edad muy tonta... Edad, oiga: la de Cristo más cuatro. Y orgullosa de ello.

Y digan lo que digan, para que lo sepan, sigo dando fiestorros en casa, unas fiestas locas y salvajes en que la gente se marcha a casa sin zapatos... ¿Cómo? ¿Que el otro día al contaros lo de la fiesta me olvidé lo de los zapatos? ¿Será cosa de la edad?

jueves, agosto 19, 2010

Varias caras, todas a mi ver de un mismo problema...

Lo que te pasa cuando no tienes tiempo para escribir regularmente es que algunos temas se van quedando en el tintero. Y finalmente un día te decides a resucitarlos porque ves que la idea que subyace en todos esos temas, en el fondo, es la misma: que cada vez nos dedicamos menos tiempo, dedicamos menos tiempo a nuestra humanidad, a lo que nos hace personas.

Empecemos diciendo que en casi todas estas noticias lo que me llama la atención es cómo se desarrolla el debate (o en algunos casos, la falta de debate) en el periódico. No sé si empezar por orden cronológico directo, inverso o no seguir orden alguno:

Empecemos pues, con la historia del llamado azafato impaciente. Os cuento, un auxiliar de vuelo de una compañía aérea yankee después de intentar mediar en la disputa entre dos pasajeros recibe un golpe en la cabeza y encima le insultan. Decide autodespedirse de manera rápida y baja del avión por la rampa de emergencia con una lata de cerveza en la mano. Lo que más me impresiona en toda la noticia son los comentarios: la gente parece estar hasta el gorro de que la traten mal, tanto los que atienden como los que son atendidos.

Siguiente en la frente, esta me la he encontrado hoy mismo en el periódico y va de hijos que pegan a sus padres. Vuelvo a centrarme en los más de 200 comentarios que la acompañan donde el eco más predominante parece ser la apología del guantazo a tiempo. Vuelvo a detectar demasiada crispación pero también veo que la gente está harta de sentirse agredida (y a la vez, no aguanta ni un pelo).

Claro que para crispada, la americana de los nuggets de pollo. En este caso es que sobran los comentarios.



Para crispación comparable, pero más calmada, la mía, que desde hace como tres semanas en El País tienen en portada en el apartado de salud esta nota de prensa sobre la mortandad en el parto en casa. (Os cuento, aunque no sea el tema del que estoy tratando, que en el estudio incluyen todo tipo de partos, incluídos aquellos de niños prematuros que nacen sin dar tiempo a su madre a desplazarse a un centro sanitario. Eso, señores, podrían igualmente no haberlo calificado de parto en casa sino de accidente doméstico. Igual hubiera sido para clamar al cielo).

Por último, la noticia que me hizo empezar con toda esta cadena que parece de momento un despropósito: El Parlamento Británico ha realizado un estudio indica que la homeopatía carece de base científica. Y aquí vienen el primer comentario en el que me fijé: un doctor que afirmaba que a él le parecia muy bien que "un grupo de memos (y cito de memoria conservando el espíritu aunque no las palabras) se medicase por su cuenta, puesto que así su consulta quedaba libre para aquellos que verdaderamente estaban enfermos y la necesitaban".

Y es que, salvando por el tono (el hombre podría haberse ahorrado el insulto y el retintín de superioridad), da en el clavo. La mayoría de las enfermedades, de los impedimentos de la sociedad moderna, parecen ser más de tipo psicológico y social que de tipo patológico. Yo no creo en la homeopatía, pero sí en algunas otras terapias algo "alternativas" para casos de enfermedades del alma. Y me parece que los terapeutas naturales tienen algo que los médicos han perdido: capacidad de escuchar y tratar al paciente globalmente. Algo que hacen las comadronas que realizan partos en casa y que no se permiten el lujo de hacer en los hospitales: la capacidad de establecer un vínculo humano. Una capacidad, que a juzgar por la manta de comentarios en todas las noticias anteriores, necesitamos recuperar urgentemente.

Y al médico, dejemos que vaya el que de verdad está enfermo.

miércoles, agosto 11, 2010

Primera semana de curso

Hace mucho tiempo que no os cuento una batalla de las nuestras (alguna tengo guardada de las semanas que he tenido prohibido el ordenador, pero como van sobre viajes y como podéis ver por el título, aquí se nos han acabado las vacaciones). Así que vamos a contar la historia del principio del cole de SG.



Estaba yo allá por mayo tan contenta de que en nuestra casa somos ateos, gracias a Dios y además el ambiente que nos rodea es más bien laico (es lo que tiene vivir en una zona en la que conviven dos o tres religiones no mayoritarias, que la cosa se hace mucho menos de notar) con lo que nos habíamos librado del conflicto de la Primera Comunión a lo Barbie Superstar. No se me malentienda que contra el sacramento en sí no tengo nada, pero contra el carnaval de Río que se monta en España, donde un 80% de los niños no vuelven a pisar la iglesia hasta el día se su boda, sí que tengo mucho. Pero hoy hablamos de otro tema...

Como iba diciendo, tan tranquila estaba y entonces fue cuando nos invita a tomar café la madre de unos compañeros de guardería de SG y entre pastel de cereza y helado, me pregunta a bocajarro que cómo vamos a celebrar la entrada del colegio. Mi gozo en un pozo. Me informan que aquí el primer día de colegio es muy importante, que los niños van a una ceremonia en la escuela con lo que llaman una "Zuckertüte", que se podría traducir como "bolsa de azúcar" y luego se hace una fiestecita para celebrarlo... Y de propina me cuenta, que me olvide de salir del paso con los restaurantes, que en esa fecha están las mesas reservadas desde que dan la fecha de entrada.

Vale, confieso, yo pensaba que no me dejaba influir por las costumbres sociales: comulgué y me confirmé porque creía en ello pero cuando dejé de creer no seguí únicamente por hacer el paripé, me casé por lo civil e hicimos una ceremonia hippie que organizamos nosotros mismos y ahora que tenemos Supernenes, hacemos las cosas típicas para los críos en Navidad o Halloween, pero más porque nos gustan las fiestas infantiles que por ganas de quedar a la altura del vecino. Pero cuando le ví la cara a la Superniña supe que estábamos abocados a montar un pequeño fiestón.



Así que la semana pasada, que fue el día del comienzo del cole aquí en el estado en que vivo, me pasé las noches enteras cocinando para hacer un menú para veinte personas casi como el de las bodas de Camacho: carne al grill, bastoncitos de verduras con salsas, ensaladas varias, gazpacho, fiambre, magdalenas, tartas, galletas y bombones hechos en casa...





La primera en la frente, habíamos preparado una merienda en el patio y dos días antes del evento, cambió el tiempo para mal. Desde entonces, el sol aparece en horas limitadas y hay unas tormentas de encerrarte dentro del armario. Tras una consulta popular, decidimos que seguíamos adelante y montábamos el chiringuito en casa (menos mal que el salón es enorme). Al final además, mucha gente iba a venir sólo por un ratito, así que no pasábamos de tener más de diez o doce personas juntas.

Por si fuera poco, los Superabuelos se vinieron todos a participar, pero mi pobre Supersuegra agarró un catarro en el avión y se pasó toda la ceremonia en cama. Y yo a todo esto sigo convaleciente de mi espalda, bastante mejor, pero todavía a veces se me pinza el nervio tonto y paso un par de horas jorobadas (menos mal que toda la semana pasada, aguanté el tirón).

Y como no hay dos sin tres, la famosa Zuckertüte, que viene a significar "bolsa de azúcar". Se trata de un cucurucho de papel, que los niños que entran en la escuela llevan para distinguirse de los otros (en las fotos de la tarta de arriba, se ven los muñequitos que para mí siempre serán "clicks" con la bolsa en cuestión). El cucurucho en cuestión va relleno con pequeños regalos y golosinas... Y el problema surgió por el tamaño y porque a SG le han prohibido o por lo menos mandado reducir las chuches... Hacéos a la idea del tamaño del "cucuruchito" en cuestión (lo que se ve detrás es un trozo de la propietaria y os puedo asegurar a los que no la habéis visto en persona que es tirando a grandota):



¿Cómo llenas un tocho semejante sin usar ni un caramelo? Al final entre el papel de periódico y otro tipo de cositas conseguimos hacerlo, pero de todos modos, las bolsas que trajeron otros amigos como regalo no habían pasado el fino tamiz de los padres de la criatura y nos hemos juntado con una bolsa entera llena de caramelos, que por supuesto ahora que la niña no los debe comer, sobran en casa...



En fin, en la próxima fiesta que organice supongo que habrá piñata...


El día en cuestión fue muy tranquilo, la ceremonia en el colegio me gustó: mi Supersuegro la definió con mucho acierto como una ceremonia hecha por niños y para niños. Los mayores del cole (10 años) le dan la bienvenida a los pequeños que entran (6 años).

Y poco a poco hemos superado también la primera semana de escuela, con algunos sobresaltos, como el día que le pedí a SG que preguntara una cosa a la maestra y se echó a llorar desesperada porque "no se atrevía" (e inmediatamente el berrinche me lo cogí yo, completamente angustiada pensando que a la peque le iba mal en la escuela... después lo hablamos y decidimos que ella necesitaba más tiempo para confiar en su maestra, pero que le había pasado lo mismo con la del Kindergarten y al final había ido todo bien) o el día que perdió la tarjeta de la comida (no será lo último que perderá supongo, tiende a ser despistada, como sus Superpadres).

Ahora nos queda entrar en la rutina del curso escolar, ajustar horarios, esperar a las vacaciones (ay, ese es tema para otro post, a partir de ahora las vacaciones no las podremos hacer cuando nos de la gana sino cuando den las del colegio, con todos los hoteles, viajes, etc, el doble de ocupados y el doble de caros...). Pero el tema de la fiesta está solventado... al menos hasta dentro de dos años, cuando SB también entre en el colegio.

domingo, agosto 08, 2010

Desnuda (por un par de buenas causas)

Me ha costado mucho tomar la decisión de desnudarme frente al mundo y no, no va a ser por una buena causa, va a ser ¡por dos!

En el fondo quiero mostrar mi apoyo a los que el otro día decidieron quitarse el bañador en la piscina de la Universidad Complutense. Y no tanto por el hecho de practicar también el nudismo, sino porque leyendo los comentarios que había a la noticia en los distintos periódicos nacionales en los que la pillé, te das cuenta de lo asilvestrados que seguimos estando por nuestros lares. En Alemania del Este nos vamos a bañar a un lago donde los de al lado puede que lleven bañador, o puede que no. Y no pasa nada. Al final del día no os podría decir si la gente que se nos puso al lado llevaba o no llevaba traje de baño. Ojalá pudieramos todos tener una actitud tan natural ante el desnudo como la que se tiene en este sitio.

Mi segundo caballo de batalla tiene también una cierta componente exhibicionista que va bien con lo de posar en cueros (o al menos, al decir de muchos de los comentaristas de los diferentes medios de comunicación que se han echo eco de la semana mundial por la lactancia). Vuelta a encontrarme comentarios que me dejan el alma a la altura de los callos: que si es una guarrada, que si se encuentran incómodos viendo un pecho, que si las madres que damos pecho somos unas talibanas que perseguimos a los que no lo dan...

Cualquiera que lleve tiempo por aquí sabe que esta santa mujer es menos sospechosa de talibanismo que de haber matado a Kennedy. Pero también sabéis que prefiero ponerme una vez colorada a ciento amarilla y por eso no dejaré de repetir en tono muy rotundo que la lactancia materna es lo mejor para los bebés. Lo que pasa (y perdonadme si soy clara como el cristal, pero tonterías las justas) es que hay gente en España que se toma una afirmación neutra, basada en hechos comprobados como la anterior como un agravio profundo.

Pero por si acaso viene gente nueva repito todo lo que me habéis escuchado decir otras veces hasta la saciedad: la lactancia para mí no fue esclava (me parece mucho más esclavo salir de casa con veinte paquetes de polvos y un termo de agua hervida), se presentan problemas (grietas, obstrucciones, mastitis, enfermedades que requieren antibiótico, etc) pero con un poco de buena voluntad y adecuada ayuda médica se solucionan (quizá es eso lo que se considera "talibanismo", indicar que algunos profesionales de la salud, no todos, necesitan reciclaje), no tiene que doler ni hay que sufrir y si lo haces es por algún problema al que se le debe dar solución, todas las madres tenemos suficiente leche salvo casos muy puntuales (en los pueblos, en la época de mi abuela, rara era la que no conseguía dar el pecho y no creo que en dos generaciones hayamos sufrido una mutación en que el 30% de la especie se vuelve inútil para su función natural... por cierto, a la que no lo conseguía se lo criaban muchas veces vecinas que habían tenido un crío en la misma época, cosa que en estos tiempos del cólera, como el amor, no está recomendado sin saberte los antecedentes médicos de la madre) y sí, el mundo es mi sala de lactancia porque las Supermamás y los Superbebés somos gente inquieta, de estar por ahí con los amigos y no quedarnos en casa (dar el pecho no es "antihigiénico", ni contamina, ni deja más residuos externos de aquellos que deja sacar un biberón de leche y contra lo segundo jamás he escuchado ninguna queja)...

Y todo esto lo digo con conocimiento de causa porque de lo que sí soy seguro culpable es de dar de mamar a destajo

Aunque soy una radical pendenciera, defensora de causas perdidas, reconozco que intento ser lo más tolerante posible con el prójimo y hasta reconozco que a pesar de que creo que los otros son los que tienen el problema, puedo ayudar a ser parte de la solución: no me importa bañarme desnuda en un area limitada para nudistas, ni dar el pecho en una sala de lactancia, siempre que haya una de las dos cosas acondicionada cerca de donde esté. Tampoco es que la pida en todos los lugares, me basta en aquellos con una densidad de población suficiente como para cubrir la demanda. A lo que me niego, por ejemplo, es a dar de comer a mis hijos en el baño porque a alguien le moleste verme el pecho. Os juro que tengo fotos y fotos de los enanos comiendo, nadie avisaba de que iban a tirar la foto y en ninguna se ve nada (con lo cuál deduzco que para darse cuenta hay que fijarse mucho, pero que mucho... y para ver teta en lugar de cabeza de niño, hay que fijarse pero mucho más).

Bueno, y sin más, paso al prometido despelote que me puedo permitir, como Jesús Vázquez hace poco, porque llevo toda la semana a yogur y lechuguita para poder hacer este posado y tengo un cuerpo como el de Angelina Jolie, sin ir más lejos ;). Espero que os guste (y que el blog no se me llene de gente buscando otro tipo de foto):

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