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Sigo instalada en los "taitantos" y los abuelos siguen a hacer puñetas de aqui... Pero al menos el marido parece haber sentado el trasero, duermo algo por las noches y mi carrera laboral empieza a parecerse a algo. Lo que sigue siendo interesante es mi red de apoyo variopinta, internacional y virtual y las aventuras de la Superfamilia espero... Pasa y acomodate.

viernes, junio 17, 2011

Ocho milímetros

Empecemos conque si llevo sin escribir desde finales de mayo (y yo también le tengo ganas a la "crisis del pepino" queridos amigos, porque es un ejemplo de shock cultural de estos de libro) no es por culpa de la piedra, sino porque he estado rodando como una desde hace tres semanas... del 30 de mayo al once de junio no he dormido una sola noche en mi casa. Y cuando pensaba que za había pasado la temporada peor, que el pico de trabajo estaba solventado, tropecé con la piedra en cuestión...



Ocho milímetros. Las balas, que yo recuerde, tienen 9 milímetros. Pero lo que nadie se espera es que una piedra de semejante tamaño te vaya a organizar una como la que me ha organizado a mí esta semana... Porque como os podéis imaginar, la piedra está instalada en estos momentos en uno de mis riñones. El problema es que hace tres días donde estaba instalada era obstruyendo la salida del órgano, lo que aparte de producir un cólico más que considerable, por poco hace que el riñón, el pobrecito, se tenga que apuntar a sesiones de diálisis permanentes.

La sinopsis argumental viene a ser ésta: el fin de semana pasado era puente largo y SW se las prometía muy felices dedicando algo de tiempo a los Supernenes que a este paso van a conocerla solamente por foto. En mitad del puente, empiezan los sintomas y SW termina el puente en urgencias (y con sentimiento de culpa porque los Supernenes siguen sin verla mas que tumbada en la cama) donde diagnostican una infección de orina y le mandan para casa con antibiotico. El martes (primer día de trabajo) la cosa parece que ha remitido y SW se va para trabajar. A las doce vuelve a estar con síntomas de cólico y un dolor que no parece remitir con nada. Llamada al médico de cabecera que tiene el cupo de la tarde completo y da cita para la mañana siguiente. La cosa podría haber acabado mal, de no ser por un compañero de trabajo que estaba escuchando y le ofrece mandarla a la consulta de su mujer (uróloga).

Para hacer corta una historia larga: el riñón, pobre mío, estaba entrando en crisis y la infección tampoco estaba remitiendo. De la consulta de la uróloga directa al hospital y esa misma noche me operaron para remediar un poco la situación. Hoy con los valores renales un poco más estabilizados me han mandado para casa y en diez días acabamos a base de ultrasonidos con la piedra.



Del pepino hablamos pronto... y de la estancia en el hospital, también, que tengo bastante tela que cortar, desde los delirios del chef hospitalario (vosotros imaginad la combinación comida de hospital + Alemania... menos mal que me traje sobrasada de Barcelona para poder recuperarme) hasta la compañera de cuarto que por poco se mata (y me mata a mí del susto). Ahora voy a leer todo lo que no he podido leer en estos días.
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