Bueno, pues continúo la retahila del otro día, con un poquito de retraso porque en el intermedio he tenido que darle un par de vueltas a la identidad secreta (ya os contaré, estoy de mudanza, etapa A... busca piso de alquiler. Reconozco que es mil veces más fácil que cuando era estudiante y unas diez mil que si me tocara hacerlo en España, pero aún así tiene para contar la cosa). Siguiendo con el tema de los vuelos:
III- Pegar la hebra con tus compañeros de vuelo: Mucho más fácil si te toca una persona con cara de bondadosa y del mismo sexo (por aquello de que se crean que estás intentando ligar y al final pases más vergüenza que miedo) al lado. Yo francamente prefiero la aproximación directa (confieso que tengo un pánico atroz y pido que me cuenten cualquier cosa, incluso si es el cuento de Caperucita) desde aquella vez que con catorce años le clavé las uñas de la mano a aquel chiquito tan majo que se sentó al lado en mi primer vuelo a Londres (a esas edades, de semejante sofoco es difícil recuperarte).
Contraindicaciones: De todas las técnicas que he usado, es la que más problemas le ha terminado dando a la gente. Las historias que me han llegado a contar son tremendas, como la de aquel amigo mío que una muestra del más puro "humor gallego", Molly, le soltó a la señora mayor que le preguntó si aquello era seguro... "Segurísimo, oiga, si esto se estrella nos vamos todos a espachurrar". Mi amigo jura que después de darle el tranquilizante a la pobre mujer, la azafata le miró con malos ojos y le tiró aposta el vaso de agua... Si yo llego a ser esa azafata, se me hubiera "caído" la jarra del té... Menos malintencionada, pero igual de divertida, fue aquella que me contaron del muchacho que hizo la mili en los paracaidistas y se monta al lado de otra señora mayor que nunca había volado. A las preguntas de la señora, contestó cómo se desarrollaba el despegue y las partes normales del vuelo. Pero cuando la buena mujer preguntó cómo era el aterrizaje, recibió por respuesta: "Pues mire, eso no lo sé, jamás he llegado a aterrizar en ningún vuelo".
IV- Llevarte un buen libro: El truco es abrirlo y dejarte llevar... si de verdad es una historia interesante, es posible que te tengan que arrancar del asiento para limpiar el pasillo del avión al final del día.
Contraindicaciones: Jamás de los jamases hacer caso de las recomendaciones literarias de Miriam G.... ¿Pero cómo se te ocurre recomendarle "El libro de las ilusiones" a una aviofóbica que se va a Chipre? ;) (Celeste, a pesar de los pesares un regalazo, me encantó).
V- Volar con niños: Entre sacar el bocadillo, los juguetes, el agua, la teta para el chiquitín... no te da tiempo a pensar en ningún momento aquello de que estás a 11.000 m de altitud y la temperatura exterior es tan absurda que hace de Alemania un paraíso tropical.
Contraindicaciones: Llega un momento, tarde o temprano, en que Supergirl se fija en esa especie de bolsillo que tiene el asiento de delante, hurga dentro y te empieza a pasar por delante el folio plastificado en el que están escritas las instrucciones de emergencia... Y entonces empiezan las preguntas: "¿Mamá, qué está pasando aquí? ¿Y por qué sale humo pintado en el dibujo? ¿Por qué gatea este señor?" Y tú miras de reojo a Supermán, apoya la cabeza sobre su asiento, te guiña un ojo y contesta... "Preguntaselo a mamá, Princesa, que va a ser ella la que te lo explique".