Lo prometido es deuda. Pero como siempre que me pongo a explicar algo, vamos a tener que dar un pequeño rodeo para que entendáis porque pienso que lo de la famosa crisis del pepino ha sido un malentendido cultural.
Estoy clasificando mis papeles médicos (mañana me vuelven a ingresar en el hospital otra vez). Y me encuentro que la primera factura que me mandaron del hospital, refleja a la perfección la diferencia entre alemanes y españoles en el tema del cumplimiento de la ley. Os cuento, la factura es más o menos normalita hasta la mitad:
"Le recordamos, señora Superwoman nacida en Krypton en fecha estelar ߧ%@", que ha pasado usted del tanto al tanto de este mes en el Hospital Universitario de la Aldeita..."
Vamos, como si fuera a olvidarseme facilmente que me han sedado, metido en un quirófano, perforado, dejado los brazos tan llenos de moratones como si me metiera (llevo fatal lo de que me pongan algo en vena, aunque sólo sea suero), colgado una bolsita para hacer mis necesidades menores por un par de días y para postre, dado una soberana paliza a mi riñón a base de ultrasonidos.
"... por tanto, tenemos que cobrarle debido a la ley numero xx parrafo yy tiene que pagar usted diez euros por día de hospitalización."
Bueno, lo de la mención de la ley todavía lo he vivido alguna vez en España pero ya te empieza a poner de uñas... cuando los alemanes mencionan alguna ley, echate a temblar. Pero bueno, hasta ahí vale, no hemos perdido las formas. El problema es todo el último tramo de la carta:
"Como no pague usted en la fecha que le indicamos tendremos que denunciarla por falta de cumplimiento de pago y entonces se le aplicará con toda tranquilidad la ley pp, párrafo ww, le recordamos que según dicho párrafo, se puede quedar usted sin prestaciones sanitarias... "
Al menos tienen la decencia de despedirse diciendo que si has pagado el dinero, no hagas caso a la carta... Pero imagináos vosotros lo que ocurriría en España si a la primera factura que te llega de un proveedor, sales con esas... Tortas habría. Pues aquí no. Aquí lo normal es esto...
Lo mismo que el concepto del "requerimiento de pago". Si se te pasa por lo que sea hacer un ingreso, puntualmente te va a llegar el famoso "primer requerimiento de pago", que viene a ser una carta amenazadora via judicial en casi los mismos términos que el final de mi factura. Lo más desconcertante, es que te llega sin aviso ninguno (normalmente en España, en las situaciones en que había vivido algo parecido, siempre se han puesto en contacto conmigo primero para cerciorarse de que no había habido ningún problema) e independientemente de que la culpa sea de ellos (sí, sí, habéis leido bien. En uno de los casos en que nos llegó la carta de pago de marrás, se habían equivocado ellos al pasar el cargo al banco). Resultado: aquí la gente ni se inmuta al leer una cosa parecida. Les parece lo más normal del mundo.
No estoy de humor para contar toda la historia de lo del ingreso, pero sí que especificaré que si llevo un mes desaparecida del mapa no ha sido sólo debido a la salud y el trabajo, sino a que nuestro proveedor de internet nos ha mantenido la velocidad de bajada al mínimo posible porque me pasé de nuestro límite de descarga (algo tenía que hacer para entretenerme la semana que estuve de baja y me puse a ver documentales en la red). Bien pensado, este es otro ejemplo que como se administra la justicia en Alemania: nadie te avisa de que te has pasado del límite, sencillamente te cortan el grifo y punto, es su responsabilidad. La tuya es atender a tu parte del trato.
Así que ya teneis todos los datos en la mano para entender que con el pepino les pasó lo mismo de lo mismo. Los pepinos españoles dieron positivo y ni cortos, ni perezosos, ellos pasaron a la acción, como tienen por costumbre. Y no sólo con los pepinos españoles, eh, que a los productores de ensalada de aquí también les cerraron por dos semanas el negocio. Os juro que cuando pensé en este post, el de la foto fue el único pepino disponible que encontramos para lograr la contribución gráfica:

Los españoles, que tenemos más orgullo que otra cosa, nos pusimos cuando nos mentaron el pepino como si nos hubieran mentado a nuestra misma madre. Vergüenza ajena me dió ver la campaña de cierta cadena española con la Ana Rosa saludando con el pepino en la mano. Porque la respuesta mesurada, lógica y racional de los acusados (que apelaron a que ellos tenían todos sus controles de calidad al día y en regla) por supuesto aquí no llegó. Aquí llegó la fanfarría en plan Mister Marshall que se montaron los medios de comunicación y los políticos.
Yo creo francamente que lo que tenemos que entender, unos y otros, es que estas medidas preventivas son necesarias cuando se produce una alerta alimentaria o de salud. Y que desgraciadamente ésta no será la última que se produzca. La famosa (o infame, según se mire) Cornelia Prüfer-Storcks indicaba hace poco que si llegan a confirmase los análisis del pepino y por no hacerse pública la alerta palman otros sesenta por el camino, aquí se hubiera armado morena. Nosotros tenemos que aprender que es lógico remover hasta la última piedra en la búsqueda de la causa principal de un fallo (es una de las máximas principales de la calidad). Ellos tienen que aprender que llega un momento en que uno grita tanto que está llegando el lobo, que ni las ovejas no se toman el serio tanto grito.