
Todos sabemos cuál ha sido la noticia hoy y cuáles han sido hasta ahora las consecuencias. No le envidio la papeleta histórica que tienen a los israelíes: por los motivos que sea están donde están y se han abierto paso practicamente a dentelladas haciendo un vergel habitable de lo que era un pedazo de desierto. Israel tiene un problema serio de terrorismo en su estado, sí. Y tiene derecho a defenderse, también. Desconozco la historia real y lo que he escuchado por parte de ambos bandos (*) no me permite tomar una postura con respecto al problema palestino en el momento actual.
Pero los países que han firmado libre y voluntariamente las declaraciones sobre derechos humanos y legislación internacional están obligados a cumplirla. Y si existe una transgresión flagrante, a hacerla cumplir. Si no, dichas declaraciones se convierten en papel mojado. Y sí tengo muy clara una cosa: que la mujer del César no sólo tiene que ser honrada sino además parecerlo e Israel de un tiempo a esta parte (el murito de marrás por poner un ejemplo) no lo parece. Lo de hoy pasa de castaño oscuro, que en ese convoy va un grupo de personas tan poco sospechosas de hacer terrorismo y contrabando de armas como un escritor de novelas de misterio y una Premio Nobel de la Paz. Y no soy antisemita, caray, que los alegres muchachitos de Hamas me caen también como una patada en los mismos, pero de ellos ya se espera dicha actitud. De un estado soberano no.
Hay que actuar puesto que si no jugamos todos, se terminará por romper la baraja. ¿Y a alguno le apetecería dejar la baraja rota con personajes como Ahmadineyad, Kim Jon-il o Robert Mugabe sueltos por ahí fuera?
La foto es de la agencia EFE, autor: Oliver Weiken.
(*) Tuve la suerte de tener sentados a mi mesa en una ocasión a un jordano y un israelí que consiguieron hablar del tema de forma serena y equilibrada, una charla que fue un placer presenciar... pero como digo, de la que no me quedó nada claro cómo se ha podido llegar a una situación semejante.