¿Qué tienen en común un pollo, el número de fallecimientos en un hospital, las becas de investigación y la lactancia materna? Al menos yo he encontrado un hilo común en toda esta maraña, que espero que quede claro al final de la entrada.
Aunque supongo que todo el mundo la ha esuchado alguna vez, tengo que poner la cita de Disraeli que ha regalado el título a este mensaje:
Existen en el mundo tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira y la estadística
Lo cierto es que no estoy nada de acuerdo con la afirmación. Todavía trato de averiguar si un señor tan inteligente como Disraeli era consciente de lo que afirmaba (vamos, que lo hizo a mala leche) o si le pasaba como a un tanto por ciento muy elevado de los mortales y no se aclaraba mucho con el asunto. Porque mi tesis es que en realidad la estadística tiene tan mala fama porque muy poca gente se para a analizar lo que le estan contando en realidad ante un baile de cifras semejante. Pero eso no significa que la estadística mienta, simplemente, la gente no la sabe interpretar.
Pongamos como ejemplo el que todo el mundo sabe, el del famoso pollo. El sofisma reza: tú tienes dos pollos, yo ninguno... pero para la estadística todo el mundo tiene un pollo por cabeza. Hasta ahí vale. Lo que suele olvidar la gente es que, primero: la estadística reparte un pollo por cabeza pero jamás se pronuncia ella sóla sobre el reparto de los pollos (de eso ya se encargan los políticos); y segundo: la estadística es una ciencia de grandes números. Esto significa que cuanto más grande es la muestra de población en la que se toman los datos, mejor se ajustarán los resultados a la realidad (vamos, que el ejemplo de dos no es el mejor de los ejemplos, seguramente si contamos a todos los propietarios de pollos del país, el resultado sería mucho más ajustado).
Que la estadística es un arma arrojadiza en manos de los políticos debido a lo mucho que ignoramos sobre ella, es también un hecho. Voy a contar una de cada bando, para intentar mantener el apolicismo total que creo necesario para que no se me quemen las neuronas.
* Hace un tiempo, sacudió los periódicos un cierto escándalo político sobre cierto Servicio Médico de Urgencias en Madrid (
ojo: con este comentario no estoy juzgando en ningún momento el escándalo político y social, ni su desarrollo posterior... entre otras cosas porque me parece un tema muy serio para tratarlo a estas horas de la madrugada, las diez, en Sajonia... simplemente el ejemplo me ha venido a la mente porque la discusión ilustra perfectamente el punto que quiero señalar... pero de verdad que de las implicaciones políticas, al menos hoy, paso). Comentando un día con mi Supermadre la jugada, me suelta así a bocajarro, que lo cierto es que al cesar la persona encargada del servicio, el número de muertes se redujo a la mitad. A mi me extrañó que con semejante percal, las cosas hubieran ido como fueron en el juzgado, pero no dije ni mú... hasta que a la mañana siguiente me encontré en un periódico del otro lado que el cese de esta persona había sido a la par que el traslado de un buen pico de la población atendida en ese hospital a otro de nueva apertura... El problema fue tratar de explicar el concepto de un porcentaje a mi Supermadre. El caso es que con bombillitas si lo entendía: si sabes que de cada cincuenta bombillas, fallan una o dos, puedes contar conque si te sirven un pedido de 200 bombillas, entre cuatro y ocho te van a salir malas, pero no es que las bombillas sean de peor calidad, simplemente hay más. Pero nada, cuando volvíamos a las personas, erre que erre, que se habían muerto casi el doble con uno que con otro (he de decir que porcentualmente, había una diferencia apreciable entre las muertes en el Servicio de Urgencias antes y después de este señor... pero vamos, ni mucho menos ese "doble" que te ponía los pelos de punta).
* La siguiente la tuve con otro del otro bando, que intentaba convencerme de la condición de científico en España estaba mejor que cuando me fui. Y me daba cifras y más cifras: que si se ha doblado el presupuesto para tanto, que si se ha cuadruplicado el número de científicos al que le llegan las ayudas... Bueno, no hay que ser un genio para deducir que si das el doble para repartir entre cuatro veces más gente, hay más ayudas pero individualmente se toca a menos...
Bueno y la lactancia entra al final de la ecuación porque siempre que andas hablando del tema por esos mundos de Dios, te aparece el maravilloso caso de la "estadística de uno". ¿De qué se trata? De cuando se hace un comentario estadístico del tipo: "La lactancia materna es lo mejor para los niños porque protege de enfermedades infecciosas en el primer año de vida del bebé". No falla (haced la prueba); enseguida hay alguien que suelta: "Pues mi hijo se ha críado con biberones y no ha pisado nunca un hospital, bien sano que está". Yo, siendo honesta, no le voy a atribuir a la lactancia las propiedades del Dorado... pero lo cierto es que esos estudios se suelen hacer con esos grandes números de los que hablábamos al principio. Se toman cien, mil o diez mil niños con condiciones parecidas, unos alimentados a pecho y los otros a biberón... y se estudia que tanto por ciento han tenido un ingreso hospitalario en el primer año de vida. Pongamos, y son unos números imaginados como ejemplo, que de cada cien niños con teta, sesenta visitan el hospital en el primer año de vida y del otro grupo lo hacen noventa... Está claro que la ventaja es para la lactancia materna, pero siempre te vas a encontrar con sesenta niños que han tomado teta desde su más tierna infancia y a pesar de ello han tenido que pasar por el susto de ser ingresados (por cierto, soy Supermadre de uno de ellos). Si eres una de las diez madres que ha alimentado a su hijo con biberón y te ha ido bien con ello, enhorabuena, pero por favor, acuerdaté de las otras noventa que no han tenido tanta suerte como tú a la hora de juzgar las bondades de semejante artilugio...
Yo, salud aparte, me sigo quedando con la teta... La comodidad de poder salir de casa durante los primeros meses con sólo un pañal y una bolsa de toallitas, no es mensurable mediante estadística.